jueves, 26 de noviembre de 2009

Mitos médicos: cuáles tienen algo de cierto y cuáles no son más que un cuento

Los mitos médicos son de sobra conocidos por todos. Se repiten a lo largo de los años y seguro que todos hemos escuchado alguno, pero ¿tienen realmente una base científica? Estos mitos que pretenden alertar sobre posibles perjuicios para la salud, ¿son verdad o no?
Se da por probada su veracidad y con eso parece bastar.
Ahora un grupo de pediatras se ha decidido a desmentir algunos de ellos, revelando así toda la verdad.
"Sólo usamos el 10 % de nuestro cerebro"
¿Alguien lo había puesto en duda alguna vez? Nos cuentan que el cerebro humano tiene una capacidad muy grande y que es imposible que lleguemos a trabajar con toda, y sin embargo, es mentira.
Parece demostrado que no existe ningún área del cerebro inactiva
A través de la realización de una serie de escáneres y otras pruebas, se ha demostrado que no existe ningún área del cerebro que se encuentre inactiva.
Muy a pesar de todos lo que se consolaban con esta supuesta tesis médica, probablemente sí usamos el total de nuestra capacidad.
"Puedes comer algo que se ha caído al suelo si no han pasado cinco segundos"
La mítica 'regla de los cinco segundos' se ha venido abajo, y es que se ha demostrado que ciertas bacterias son capaces de adherirse a los alimentos en esos pocos segundos.
La
'Salmonella', por ejemplo, es capaz de sobrevivir en madera, azulejos o en alfombras durante semanas, y se adhiere con facilidad a la comida que cae al suelo. Depende del tipo de alimento, de suelo y de bacteria, pero según lo estudiado por los microbiólogos, al 99 % de estas bacterias les bastan esos cinco segundos, sobretodo si se trata de un trozo de carne y de un suelo de azulejo.
"El pelo y las uñas siguen creciendo después de morir"
Algo completamente falso, aunque con una base lógica. Y es que esta creencia surge a partir de una ilusión óptica producida en los cuerpos muertos.
Al morir, el cuerpo se deshidrata, la piel se seca y es como si encogiera; por esto parece que pelo y uñas han crecido, pero no es así. Físicamente es imposible, para tal crecimiento se requiere de la actividad de un conjunto de hormonas que, tras morir, no existe.
"La orina debe ser clara, porque si no estás deshidratado"
Muchos supuestos expertos reiteran que el color de la orina puede indicar si estamos o no suficientemente hidratados. La orina debe ser clara, pues si es oscura significa que no bebemos todo el agua que debiéramos.
Pues bien, esto es verdad sólo a medias. Es cierto que una orina más oscura puede indicar deshidratación, pero no siempre es así. Ese color más fuerte puede deberse también al proceso de
ósmosis. A mayor cantidad de sustancia a disolver en una misma cantidad de orina, es lógico que ésta presente un color más fuerte.
"Un chicle puede quedarse en tu estómago durante años"
Quizás este mito, que por supuesto es falso, surgió para evitar que los chicles acabaran siempre en el estómago de los niños.
Es cierto que los chicles están hechos de una sustancia bastante difícil de digerir, pero nuestro estómago está preparado para tales 'contratiempos'; así que lo más probable es que acabemos expulsándolo en una próxima visita al baño sin problemas.
La sustancia pegajosa de la que están hechos los chicles no supone un riesgo para nuestro aparato digestivo, a no ser que se hayan ingerido enormes cantidades (más en el caso de un niño, cuyo tracto presenta un diámetro menor), lo que podría ocasionar un 'bloqueo'.
"Nunca despiertes a un sonámbulo"
Sí es verdad que se recomienda no hacerlo, pero ello se debe simplemente a que haciéndolo podemos confundir o incluso asustar a los propios afectados. En ningún caso, existe el riesgo de un ataque al corazón o un daño cerebral.
"Comer por la noche engorda"
Ésta es una creencia muy extendida, y en muchas dietas se alerta de ello. Se recomienda no comer a altas horas de la noche por la dificultad para quemar esas calorías, considerando que a esas horas, el ritmo del
metabolismo es más lento.
Sin embargo, según una serie de estudios, parece quedar demostrado que el sobrepeso no está relacionado tanto con las horas de comida como con la cantidad de alimento consumido. Así que, independientemente de la hora, lo importante es que no consumamos más calorías de las que vayamos a quemar.
"La vacuna contra la gripe puede ocasionar gripe"
Cualquier médico desmentiría este mito de inmediato, y es que es algo completamente imposible. Las vacunas se elaboran a partir de virus muertos, por tanto, incapaces de transmitir la infección.
En algunos casos pueden presentarse ciertos síntomas tras la vacunación, pero no se trata de
la gripe, sino de una reacción adversa a la vacuna, algo de lo que suele avisarse con anterioridad.
"Los hombres piensan en sexo cada siete segundos"
Evidentemente, es falso e imposible. Si partimos del hecho de que un hombre permanece despierto unas 16 horas de media, esto implicaría que piensa en sexo unas 8.000 veces al día. Improbable.
Por otro lado, sí es cierto que los hombres piensan más a menudo en sexo que las mujeres; aunque la diferencia no es tan grande como se ha creído tradicionalmente.
Según un reciente estudio, el 54 % de los hombres aseguraban pensar en ello una o varias veces al día, frente al 19 % de las mujeres.
"Levantar mucho peso puede ocasionarte una hernia"
Levantar un objeto pesado incrementa la presión del abdomen, por lo que no es recomendable en el caso de personas que ya padecen o han padecido esta dolencia, pues la agravará. Sin embargo, no parece haber evidencia de que
una hernia pueda ocasionarse sin más por el mero hecho de levantar algo.
"Los hombres con pies grandes..."
La popular y extendida creencia de que el tamaño de los pies informa también del tamaño del órgano sexual masculino es falsa. Este mito tiene una raíz científica, y es que
los genes Hox, implicados en el desarrollo embrionario, inciden tanto en el crecimiento de los dedos de manos y pies como en el desarrollo del pene; de ahí el establecer una relación entre los tamaños de estas distintas partes del cuerpo.
Sin embargo, no tiene nada que ver, y a pesar de tener un control genético similar, unos pies grandes no necesariamente suponen un mismo tamaño en otras partes.

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